
Con un taladro que obtiene muestras ubicadas a pocos centímetros de las capas estratificadas del terreno, el vehículo logró recolectar polvo de rocas en el cráter Gale, formadas hace aproximadamente 3.500 millones de años. Por qué los expertos aseguran que se trata de un revelador hallazgo.
Hace más de una década que el rover Curiosity de la NASA recorre la superficie de Marte. Entre sus cientos de misiones, la exploración del terreno rocoso del cráter Gale tiene un objetivo claro: reconstruir el pasado del planeta rojo.

Las últimas muestras analizadas por el equipo científico que trabaja con Curiosity muestran algo distinto: bajo la superficie del cráter Gale se esconde un archivo químico intacto que revela lo que los sensores orbitales no pudieron ver.
Utilizando un taladro que penetra a pocos centímetros en las capas estratificadas del terreno, el rover recolectó polvo de rocas formadas hace aproximadamente 3.500 millones de años.
Ese material fue examinado por el instrumento CheMin, que determina la estructura mineral mediante difracción de rayos X. La técnica reveló una presencia inusualmente alta de siderita, un mineral carbonatado compuesto por hierro, que puede formarse cuando el CO₂ de la atmósfera reacciona con el agua y las rocas.
El carbono oculto en la corteza de Marte

Los análisis identificaron concentraciones de siderita, que varían entre el 5 % y más del 10 % en peso, en capas de roca ricas en sulfato de magnesio. Esta proporción es mucho mayor que la encontrada en mediciones previas y sugiere que parte significativa del dióxido de carbono marciano fue atrapada químicamente en la corteza por medio de reacciones geológicas.
En otras palabras, parte del CO₂ que alguna vez estuvo en la atmósfera del planeta se secuestró y conservó bajo tierra, lejos del alcance de los análisis espectroscópicos desde órbita.
“El descubrimiento de abundante siderita en el cráter Gale representa un avance sorprendente e importante en nuestra comprensión de la evolución geológica y atmosférica de Marte”, explicó Benjamin Tutolo, profesor asociado de la Universidad de Calgary y autor principal del artículo publicado recientemente en el sitio de la NASA y en Science. Su equipo analizó muestras obtenidas en tres sitios distintos del Monte Sharp, una elevación central dentro del cráter que muestra diferentes estratos geológicos.

El hallazgo no solo confirma la existencia de un ciclo del carbono en el Marte antiguo, sino que también abre nuevas preguntas sobre la evolución del planeta. Según los científicos, parte de ese carbono atrapado podría haber sido liberado nuevamente a la atmósfera en procesos posteriores, como lo indica la destrucción parcial de algunos minerales detectados.
Esto sugiere un clima dinámico, con periodos en los que el carbono circuló entre la atmósfera y las rocas, quizás de forma intermitente, con impactos potenciales sobre la habitabilidad.
“Perforar la estratificada superficie marciana es como hojear un libro de historia”, dijo Thomas Bristow, investigador del NASA Ames Research Center y coautor del estudio. “A tan solo unos centímetros de profundidad, podemos hacernos una idea clara de los minerales que se formaron en la superficie o cerca de ella hace unos 3500 millones de años”, agregó.

Este nuevo capítulo en la investigación de Marte obliga a repensar el pasado del planeta. La teoría de una atmósfera espesa que permitió la presencia de agua se había debilitado con el tiempo ante la falta de pruebas concluyentes, pero la detección de siderita proporciona evidencia concreta de que ese escenario fue posible. Si las condiciones eran favorables para la presencia de agua líquida y reacciones geoquímicas activas, no se puede descartar que hayan existido entornos con potencial para la vida.
Una parte relevante del descubrimiento es que los carbonatos detectados estaban ocultos en capas profundas, no accesibles por métodos tradicionales desde satélites. Esto indica que otras regiones del planeta, especialmente aquellas también ricas en sulfatos, podrían contener más evidencia de un ciclo de carbono aún no documentado. Tal como apuntan los investigadores, si estas condiciones se repitieron en otros puntos de Marte, la cantidad total de CO₂ secuestrado podría ser mucho mayor de lo estimado.
“A medida que se descubren detalles de la geoquímica de Marte mediante investigaciones orbitales y con rovers alrededor del planeta, se revelan nuevas pistas sobre la diversidad de entornos potencialmente habitables”, escribieron Janice Bishop y Melissa Lane en un artículo de perspectiva relacionado publicado en la misma revista científica.

El estudio también desafía la capacidad de los actuales instrumentos orbitales para detectar ciertos minerales. La siderita, al estar acompañada de otros compuestos o cubierta por capas superficiales, puede quedar enmascarada en los datos espectrales, lo que significa que su presencia podría estar más extendida de lo que se creía. Por eso, las futuras misiones marcianas deberán revisar qué regiones se consideran prioritarias para la exploración en profundidad.
Los científicos ya imaginan los próximos pasos. Misiones futuras podrían perforar más profundamente o analizar regiones aún inexploradas para confirmar si lo encontrado en el cráter Gale representa un fenómeno aislado o es parte de una dinámica planetaria más amplia. También se abre la posibilidad de estudiar cómo estos procesos influenciaron la pérdida gradual de la atmósfera marciana y, en última instancia, la transformación de su entorno superficial.

El hallazgo de carbonatos en concentraciones inesperadas obliga a reconsiderar hipótesis previas y, al mismo tiempo, da pie a una nueva etapa en la exploración del planeta rojo. Lo que parecía una anomalía —la escasez de carbonatos— ahora se convierte en una pista clave sobre la evolución climática y atmosférica de Marte.
El equipo internacional que trabaja en la misión de Curiosity espera que este descubrimiento impulse la investigación y motive nuevas estrategias para buscar carbono oculto en otras regiones marcianas.