
Este comportamiento no supone un problema, a menos que derive en ansiedad o dependencia.
La palabra “contenido” es parte del día a día de muchas personas, quienes a través de sus perfiles en las diversas redes sociales comparten información. Esto puede ir desde imágenes personales hasta videos y enlaces de información. Una de las aplicaciones más usadas es WhatsApp, que permite actualizar los estados en cualquier momento.
Cuando una persona publica en los estados de WhatsApp, quienes la tienen agendada como contacto pueden verlo, reaccionar y comentar. Un comportamiento muy similar al que se tiene en otras redes sociales. Sin embargo, ¿qué significa cuando estas actualizaciones se producen de forma constante?

La necesidad de pertenecer
Dentro de las interpretaciones que se hacen, la psicología sugiere que la actualización constante de estados de WhatsApp puede estar asociada con la búsqueda de pertenencia.
Estos se enmarca en un estudio realizado hace unos años, que puede extrapolarse a la actualidad. Según una investigación de los psicólogos Roy Baumeister y Mark Leary (1995), el deseo de formar parte de un grupo y mantenerse conectado de forma emocional con los demás es una motivación fundamental en las personas. En este sentido, subir estados puede funcionar como un recordatorio de presencia para los demás: “Estoy acá, mirame, pensame, no me olvides”.
El deseo de validación
Según el estudio “Narcissism and addiction to social networking sites” (2012), algunas personas desarrollan un uso adictivo de las redes sociales que está asociado con la autoestima, la ansiedad o incluso rasgos narcisistas. En estos casos, recibir vistas, reacciones o comentarios representa validación externa.
La construcción del “yo digital”
Erving Goffman explicó que The Presentation of Self in Everyday Life (1959) que las personas actúan como si estuvieran en un escenario. ¿Qué quiere decir esto? Procuran controlar qué mostrar, cómo desean ser vistas. Es decir, condicionar de alguna forma la percepción de los otros.

Esta lógica se aplica a las redes sociales: cada estado en WhatsApp puede ser una forma de construir una identidad. No es lo mismo subir frases motivacionales que mostrar salidas, por citar solo uno de los ejemplos posibles.
Comunicación indirecta y señales encubiertas
También hay un uso estratégico de los estados. Algunas personas publican contenido con mensajes dirigidos a alguien específico, sin mencionarlo. Una conducta que también se describe como “lanzar indirectas”.
Según Subrahmanyam et al. (2008), las redes permiten enviar señales sociales indirectas, como reclamos disfrazados, insinuaciones románticas o intentos de generar celos. No todo lo que se sube busca likes: a veces, busca una reacción de alguien en particular.
¿Hay que preocuparse?
Compartir estados en WhatsApp no supone un problema, de entrada. Es parte de los hábitos contemporáneos. Cada contenido tiene un contexto emocional y la intención detrás del hábito marca la diferencia.
Cuando la necesidad nace de una búsqueda genuina de comunicación, puede ser saludable. Pero si produce ansiedad, dependencia o afecta la autoestima, conviene prestarle atención.