Se trata de una condición que tienen muchas personas de todas las edades y que es mucho más habitual de lo que se cree.
Muchas veces nos pasa que no podemos estar más de cinco minutos sin echarle un vistazo al celular, mientras que otras, lo miramos continuamente debido a que revisamos correos y mensajes, a la vez que, de esa manera, estaremos al tanto de lo que hacen nuestros amigos. Tenemos que ver posteos en redes sociales todo el tiempo, aunque estemos viendo nuestra serie favorita en ese momento o, peor aún, aunque disfrutemos justo de una cena romántica con nuestra pareja, que termina enojándose porque no le prestamos atención.
Con tanto mirar el celular, podemos perder la capacidad para concentrarnos en una única tarea y eso se conoce con el síndrome del cerebro de palomitas de maíz o pochoclo, tal como lo conocemos en la Argentina. El término cerebro de pochoclo o popcorn brain fue acuñado en 2011 por el psicólogo David Levy, investigador de la Universidad de Washington para definir aquellas situaciones en las que la mente de una persona está tan enganchada a las multitareas en línea que las que ocurren fuera de internet, mucho más lentas, no le despiertan ningún interés.
El doctor Amir Khan, especialista en Medicina de Familia, explica que el término hace referencia a la dependencia del cerebro de las redes sociales o del mundo digital para obtener gratificación y estimulación instantáneas. Más de una década después, con una proliferación aún mayor de redes sociales y apps que demandan continuamente la atención, esta dependencia está por todas partes.
Por qué se eligió el término pochoclo
El término es porque, inmerso en la cantidad de posibilidades de entretenimiento que ofrece Internet, muy especialmente a través del celular, el cerebro no deja de saltar de una a otra tarea, de prestar atención a una información para, rápidamente y aunque no le dé tiempo a procesarla, pasar a la siguiente, de ir de una a otra página como cuando los granos de maíz se convierten en pochoclos al explotar y saltar uno tras otro en una cadena sin fin.
Esta dependencia no es buena, según indica el doctor Khan, quien dijo: “Puede afectar la capacidad del cerebro para concentrarse en tareas más largas”. De hecho, el flujo contante de estimulación digital puede cambiar la forma en la que el cerebro procesa la información y no precisamente potenciándola: investigadores de la Universidad de Harvard observaron que abusar de los contenidos digitales tiene un efecto pernicioso sobre las funciones cognitivas.
Cómo se puede superar el síndrome de cerebro de pochoclo
Poder parar, dejar atrás nuestra dependencia de las redes sociales y que nuestro cerebro deje de saltar, además de remediable, es totalmente reversible y los siguientes consejos pueden ser de gran utilidad:
- Limitar nuestro tiempo en las redes: cuán bien les vaya a nuestros amigos interesa, pero más importa la salud de nuestro cerebro. Así que debemos marcarnos un horario fijo y estricto para navegar por las redes sociales y apagar las notificaciones.
- Seguir una rutina: establecer un horario para navegar por internet y uno para el resto de nuestras tareas. Eso nos ayudará a organizarnos y a evitar la tentación de recurrir al teléfono.
- Priorizar nuestras tareas: centrarnos en las cosas importantes como, por ejemplo, preparar la cena para la pareja o los hijos.
- Practicar la meditación: si nos cuesta concentrarnos, la práctica de técnicas de mindfulness ayudará a nuestro cerebro a reasentarse. Por ejemplo, durante las pausas que debemos hacer en nuestra rutina para refrescar la mente y no sentirnos agobiados.
- Dejar el celular un ratito: Khan recuerda que las redes sociales pueden ser una buena fuente de información y alegría, pero las aplicaciones están diseñadas para mantenernos haciendo scroll y publicar cosas continuamente, lo que podría afectar a nuestro cerebro. “Alejarse de las tecnologías digitales de vez en cuando es bueno, haya o no cerebro de palomitas de maíz”, dijo.