El Presidente abrió la puerta al diálogo tras una semana muy tensa. Una encuesta que llenó de euforia al jefe de Estado en medio del polémico like a un meme desafortunado. Villarruel intenta acercarse. Las fórmula de las jubilaciones, la herencia más pesada del gobierno de Alberto Fernández.
No sabían los gobernadores. No lo sabía el PRO. Tampoco lo sabía Mauricio Macri. Lo necesitaban todos. Lo celebraron hasta la madrugada en todas las reuniones políticas -que fueron muchísimas- y sucedieron después de la hora y trece minutos que duró el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación. La decisión política del presidente Javier Milei de construir un puente fue el secreto mejor guardado del Gobierno, aunque en las horas previas dio pistas, mandó emisarios a adelantar que lo que sucedería anoche no sería un matafuego, sino una muestra de pragmatismo.
“Ahora con que se apruebe algo de la ley de Bases, esto queda solucionado”, decía anoche un gobernador que protagonizó los enfrentamientos más fuertes con la Casa Rosada. “También es cierto que hoy dice eso y andá a saber cómo reacciona mañana”, agrega ya preocupado. Lo cierto es que se agolpan las firmas dispuestas a ir el 25 de mayo a la “Docta”, pero en estos casi tres meses que faltan, los escenarios posibles son infinitos. Lo esencial para las provincias es la plata.
Cuarenta páginas en letra Verdana, cuerpo 14, espacio 1.2 fue lo que puso sobre el atril Javier Milei para leer por cadena nacional. En un texto escrito a cuatro manos con su amigo y asesor Santiago Caputo, logró lo que buscaba antes de empezar: una expectativa y atención generalizada sobre su contenido, pero sobre todo, el alerta del sistema político sobre a quién iba a destinar sus ataques y con quién abriría puentes. Anoche quedó claro.
Ahora todos respiran. Nadie se fue del recinto. Se está construyendo una tabula rasa de rencores a pesar de los proyectos provocadores contra el sistema político, del discurso anticasta y de “los jinetes del fracaso”. Hay llamado un acuerdo y ahora todos pueden decir que ganaron algo.
La obsesión de las encuestas
Javier Milei mira concentrado y meticuloso las encuestas. Es lunes y está en el chalet de la quinta de Olivos. Llegó a la mañana temprano de Estados Unidos de la convención republicana. Le dedicará dos horas de su día a un informe de 100 páginas de la consultora Aresco que contiene solo buenas noticias. Principalmente, los datos que sostienen que su imagen sigue intacta a pesar del ajuste y que en los argentinos escaló la expectativa de mejora económica al 42,3%, un porcentaje que no se veía desde el inicio de la gestión de Alberto Fernández.
Revisa los números junto a su autor, Federico Aurelio. Está eufórico por los resultados y por su desempeño en Washington. Viene de otra semana controversial. Recuerda anécdotas de su encuentro con la número dos del FMI, Gita Gopinath. Sabe que la representante de Fondo le remarcó la importancia de la calidad institucional y el cuidado por los sectores vulnerables en el ajuste. “Me corre por izquierda”, dice, disfrutando. Espera 15 mil millones de dólares de un nuevo acuerdo. Sabe que no puede usarlos para la dolarización, pero busca caminos alternativos.
Hay sobre la mesa otro informe que lo beneficia: el que lo pone tercero en un ranking de líderes mundiales. Habla del rebote económico, la famosa letra “V” que representaría gráficamente que esta caída brutal de la economía producto del ajuste podría escalar con la misma velocidad en el segundo semestre. Mauricio Macri tenía esa ilusión también. Tiene por delante esta semana la escritura del discurso de apertura de Sesiones Ordinarias en el Congreso de la Nación. Por detrás una saga de confrontación viral que quebró un límite cuando likeó una burla al gobernador Ignacio Torres que estaba editado como una persona con síndrome de Down. Ya no fue meterse con la casta. Un borde que también tocó con Lali. Tuvo que intentar negarlo. Hay un alerta solapado a su alrededor. La sociedad lo votó para que pelee con la casta, no para confrontaciones fuera de agenda. Nadie quiere equivocarse con la fibra sensible del humor social.
Victoria Villarruel, sin despacho en la Rosada
Abrió la sesión Victoria Villarruel, la vicepresidenta con la que no se habla con regularidad pese al saludo en el Congreso y que, según contó Maru Duffard en TN, busca estrategias para producir un acercamiento. Un símbolo concreto de esta frialdad fue lo que le pasó a la compañera de fórmula del jefe de Estado cuando pidió un despacho en la Casa Rosada. En la euforia de la asunción, lo contó en público. Pasaron casi tres meses y esa oficina nunca se autorizó. De hecho, se la negaron. Una muestra clara de cómo opera la desconfianza en el entorno de Javier Milei. Ahora ella busca recomponer. Es una historia sin final todavía.
Milei llegó al poder en un triángulo irrompible con su hermana y Santiago Caputo, pero hay que observar cómo gran parte del círculo de sus inicios ya no comparte cercanía. Marcela Pagano, la periodista y diputada nacional, que estaba en la cortísima fila de recepción para el Presidente en el Congreso el día de su asunción, es otro de esos ejemplos. No tuvo participación pública en el tratamiento de la Ley Ómnibus, casi que desapareció de las redes y no fue a la convocatoria de Javier Milei a los diputados libertarios esta semana. El otro ausente fue Guillermo Montenegro, el diputado de Victoria Villarruel.
Guerra de gestos
Hubo esta semana una intensa circulación de discusiones internas en los bloques sobre cómo reaccionar según cómo sea el ataque. Fue ganando terreno sobre todo en los dialoguistas, la idea de ser muy institucionales. “De hacer silencio y gesto serio”, pero quedarse en sus bancas. No tanto por respeto al Presidente. Más vale por temor al humor social. El kirchnerismo tenía un abanico de opciones. Pero no hubo necesidad de usarlas. Todo el mundo escuchó. Nadie se fue. La casa está en orden.
Había otra movida gestándose en el Congreso de la Nación dependiendo cómo se planteaba esta noche. Si el Gobierno rompía los puentes, el bloque de Miguel Ángel Pichetto y Emilio Monzó iba a buscar imponer agenda de soluciones para la gente. Sobre todo reponer el FONID, el fondo de incentivo docente, que genera una crisis económica insalvable en las provincias. El mismo sendero planeaba el radicalismo. Y, atención acá, también es lo que propone Cristina Kirchner. ¿La oposición de Hacemos Coalición Federal y parte del radicalismo votando con el kirchnerismo? Hay quienes sueñan con un peronismo agazapado que acompañe con bajo perfil. Ahora parece inimaginable.
Jubilaciones
En el sendero de los intereses presidenciales, romper del todo con el Congreso o podía estar. Las razones son infinitas. Ninguna urgente, pero una es trascendente. “El único tema que no podemos evitar mandar al Congreso es la reforma previsional. Si no mandamos una nueva fórmula, quebramos el año que viene. Fin de la historia”. Un funcionario del círculo íntimo presidencial repetía estos días esa certeza como un mantra. No es un secreto. Todos los economistas miran lo mismo. El tamaño de la licuadora tiene un batido especial con los jubilados.
La fórmula heredada de Alberto Fernández es tóxica para sus ingresos, pero si el plan de baja de inflación se acelera y cae intempestivamente, cuando actualicen los montos de julio a septiembre, pagarán la inflación de enero a marzo con una recaudación a la baja. ¿Cómo financiar ese descalabro? O emiten o cambian la fórmula en el Congreso. Emitir, se sabe, está prohibido.
Pegar la curva
Este lunes, mientras miraba la encuesta de Aresco, lo llamó un periodista. Milei le comentó eufórico los resultados y se la mandó por chat. Después lo subió a redes y los números se reprodujeron al infinito.
Su mirada hizo foco en “los cruces”, las planillas complejas donde hay mix de variables en los datos que pueden dar otros panoramas. Mira con detenimiento un dato que también analiza Cristina Kirchner en particular y el sistema político en general: el que desglosa territorialmente la valoración de su imagen y su gestión. En este último rubro, tiene un saldo nacional favorable de 6 puntos que consiguió porque tiene 16 puntos favorables en CABA, Córdoba y Santa Fe, 10 en el resto del interior del país, 14 en el interior de la provincia de Buenos Aires, pero en el conurbano hay un saldo negativo de 15 puntos. El bastión peronista sigue vivo.
Es sobre todo ese territorio el que lo obliga a mantener ajustada la delicadísima línea de medir bien la temperatura de la gente. En el macrismo, le admiran esa osadía y esa capacidad. Alrededor del expresidente creen que Milei y su mano derecha, Santiago Caputo, tienen el mejor termómetro del momento. “¿Sabrá pegar la curva cuando sea necesario?”, se preguntaba esta semana uno de los empresarios más grandes del país que tomó la postura del “wait and see” antes de opinar del Gobierno. Anoche pareció intentarlo.
FUENTE: TN