La enfermedad ha golpeado duramente a los Windsor y mantiene al rey Carlos y a la princesa de Gales alejados de sus respectivos compromisos
La familia real británica ha recibido otro duro golpe cuando aún no se ha repuesto del último. Tras varias semanas de especulaciones, filtraciones y hasta consultas ilegales de expedientes médicos, la princesa Kate ha puesto nombre a la enfermedad que la mantiene apartada de sus compromisos, desvelando que padece un cáncer.
El revés para los Windsor es doble, pues el pasado 5 de febrero se conocía que el rey Carlos III también ha sido diagnosticado de la misma enfermedad. Al igual que su nuera, el monarca se había sometido a una intervención que concluyó con éxito, pero las pruebas posteriores revelarían la peor de las noticias.
El rey Carlos, la reina Camila, el príncipe Guillermo y la princesa Kate
Kate Middleton ha decidido dar la cara después de haber estado en el centro de un huracán mediático que ha abierto el debate sobre la privacidad de los royal y la comunicación de enfermedades. Entretanto, el príncipe Guillermo tendrá que sobreponerse al duro mazazo y primar su condición de representante de la Corona, una institución que le necesita más que nunca como heredero al trono. Lo hará con el apoyo de la reina Camila, quien también tendrá que aparcar su dolor para servir a la monarquía.
El cáncer de Carlos y Kate sume a la familia real británica en su peor momento desde la muerte de la reina Isabel II. Con el rey y la princesa fuera de juego, Camila y Guillermo han tenido que asumir un papel para el que ni la más estricta educación palaciega prepara a nadie. Entretanto, se han visto obligados a lidiar con el foco público, las especulaciones y los escándalos que han desestabilizado a su familia y a la institución.
“Esperamos que entiendan que, como familia, necesitamos tiempo, espacio y privacidad mientras completo mi tratamiento. Mi trabajo siempre me ha brindado una profunda alegría y espero regresar cuando esté capacitada, pero ahora debo centrarme en mi recuperación”, expresa la princesa de Gales en su comunicado, una petición que se entiende como un llamamiento desesperado al respeto a la intimidad que se le ha negado por su condición de royal.
Un revés tras otro
Los Windsor se enfrentan a la enfermedad, pero también a la incertidumbre y al miedo, sentimientos que no son bien recibidos en una institución que no puede permitirse el lujo de mostrar signos de flaqueza y humanidad. “A la reina Isabel nunca le pasó nada. Fue una vez al hospital, que se sepa”, explicaba hace unos días Carmen Duerto a Infobae España. Y no le faltaba razón. Algo está cambiando en una Casa Real británica que, pese a las acusaciones de hermetismo, ha comunicado al mundo que el rey y la princesa tienen cáncer como otros tantos miles de personas corrientes alrededor del planeta.
El monarca y su nuera no son los únicos royal británicos que luchan contra esta dura enfermedad. Sarah Ferguson, exesposa del príncipe Andrés, desvelaba el pasado enero que padece cáncer de piel tras haber superado en 2023 un cáncer de mama.
En medio de este espinoso camino que atraviesa, la familia real también ha tenido que enfrentarse a dos tristes pérdidas: la de Ian Farquhar, íntimo amigo de Carlos III y Camila; y la trágica muerte de Thomas Kingston, marido de Lady Gabriella y excuñado de Kate.
Está por ver cómo afecta esta nueva situación a los compromisos públicos de una Corona cuya presencia queda claramente mermada por las enfermedades de su titular y su futura consorte. Sin embargo, el comunicado de Kate puede apaciguar la situación y favorecer la comprensión hacia una familia que ha recibido un revés tras otro y que ahora debe compaginar el servicio a un país con el trance de luchar contra una grave enfermedad.